ENTRA EL VERDE EN ESCENA Y LOS PASOS SE RALENTIZAN. Las respiraciones se acompasan a otro ritmo. Las miradas se relajan. Los pulmones rajados con el filo del aire fresco, estallan… abiertos. Al menos, a mí me pasa.
En mi ciudad, alguien rebozó el aire rebozado de gris… una gaviota se detuvo ayer en nuestra terraza para recordar que debajo del refrito, siguen existiendo partículas de sal. Azotan brisas marinas las calles de esta ciudad… reclamando más clorofila en la que descansar.
Así acabé mi visita a Londres, entre verde y ardillas, pensando en cómo trasladar a mi casa ese parque verde donde respirar.