En un capítulo de los Simpsons, la sabia Lisa dijo que los chinos usan la misma palabra para designar crisis y oportunidad. Sea cierto o no, creo que en estos tiempos no sólo a mí me sirve. Hay personas a las que el «llegan malos tiempos» les ha ido inyectando buenas dosis de miedo. Pero muchas otras han hecho oídos sordos a esa frase tantas veces repetida y han aprovechado la situación, convirtiéndola en el principio de su nuevo proyecto. Felices de poder empezar a luchar por ganarse la vida con lo que les completa; ya sin horarios, ni jefes ni pies encima de la cabeza. De su ejemplo, otros hemos ido ganando impulso.
En el umbral de un año entero, lo primero que me viene a la cabeza es que es un año par. A pesar de ello, tengo ganas de emprenderlo, de coserlo despacito, contemplarlo y trabajarlo. Tengo la sensación de que el último año metí muchas ideas y nuevos proyectos en un caldero, flotando en el agua de las oportunidades. Este año va a ser el de cocinarlo todo con esmero, a fuego lento; preparar la mesa con decisión y comer el guiso en buena compañía. Quizás al año siguiente, que será impar, tocarán los postres.
Ayer me paré a recorrer el 2009 y me di cuenta de que ha sido un gran año. Con pinceladas de frustración y angustia, por qué negarlo, pero me hace feliz ver cómo al recordarlo, no puedo reprimir la sonrisa. Hacía algunos años que no me pasaba, siempre esperando que el año siguiente sí fuera mejor. Algunas veces (pocas) alguien dice: «Piensas demasiado». Pues sí…me gusta pensar. Y también me gusta la gente que se para y reflexiona. Y mira. Y discute. Y anda. Y actúa.
Me he dado cuenta de las ganas que tengo de dar los carpetazos que tocan para este 2010… el final de una segunda licenciatura, reportajes que sólo les falta el último retoque, otros por emprender, un cambio de casa y de vida, acabar una tesis doctoral…no es poco.
Me he dado cuenta de que he aprendido a respirar un poco más, contemplar bastante más y saber entender cuando el alma pide compañía y cuando soledad.
Me he dado cuenta de que este mundo de unos y ceros me ha saturado. Algo dentro necesita huir un poco de tanta tecla, de tanto conocer a alguien sin conocerlo, de tanta realidad que no es real, de tan poco mirar a los ojos, de tanto observar una pantalla a menudo vacía. Quiero oír voces, escribir cartas, compartir cafés, observar olas romper, contemplar fotos en papel. Y ahora va y se me mete en la cabeza que quiero una Leica. Este pequeño espacio me hace sentir bien, por vuestras respuestas y por mi desahogo de la necesidad de comunicar. Seguiré cuidándolo. Pero no quiero olvidar que el ciberespacio no es mi mundo, sólo mi herramienta. Mi mundo sois vosotros en carne y hueso, cuando andando me cojéis del brazo.
Me he dado cuenta de que la gente de siempre sigue ahí aguantándome; de que otra ya estaba y la he conocido más y me llena; de que también ha aparecido más gente nueva, sorprendiéndome. Gràcies.