Por ahí escuché…

«Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.»

Pablo Neruda

Por ahí escuché… que puede que no valga la pena escribir tan lejos de la poesía. Por ahí lo escuché… justo cuando lo estaba pensando.


Déjame que te cuente, limeña…

Cuatro horas imposibles de espera en el aeropuerto de Lima nos empujaron a salir un rato a la calle. Recorriendo una ciudad aún desnuda, desperezándose en las primeras horas de la mañana, mi cabeza volvió al Perú lejando de los primeros viajes de billete y mochila. Un Perú de temblores febriles, de gente de mirada triste.

Recordé nuestras risas por no estallar en llanto, con los zapatos aún llenos de arena de asentamiento urbano. El traqueteo de tren en una vía imposible. El cruce de tres palabras con un hombre que salió de la nada, medio descalzo y con un fardo enorme en su espalda, en la mitad del Valle Sagrado. «Hola, me llamo Chan» (sonrisa) «Yo Laura» (sonrisa). Un Titicaca de agua gélida que casi nos engulle. La pena y el peso de la evidencia del principio de un fin. Mil horas de autobuses con gente hasta en el maletero. La majestad de una selva frutal que me engulló. Cazadores de cocodrilos en canoa. Una ayahuasca sin sentido, con la Naturaleza que latía y monos empuñando cuchillos.

Tenía fotos de entonces… y para dejarlo ir, para que llegara lo nuevo, hace unos meses las tiré todas. Y lo nuevo, llegó.

«(…) Déjame que te cuente limeña,

ay deja que te diga, morena mi pensamiento,

a ver si así despiertas del sueño

del sueño que entretiene morena

tu sentimiento (…)»

Canción popular peruana.

«Vine del norte buscando…

… una canción y una cruz

y allí se cruzó un cometa

y en su estela estabas tú.

En Madrid seguiría lloviendo

triste como lo dejé

y en Santiago con tus luces

y su noviembre, me quemé».

I. Serrano

Nuestros 5000 km

SANTIAGO DE CHILE
45 familiares.
4 barbacoas (a las que a partir de ahora prefiero llamar «asaos»).
1 ciudad que era tuya. 1 tour por tus recuerdos.
20 piscolas. 1 palo marcando el estacionamiento… roto. Y no nos acordábamos.
1 abuelo de palabras medidas,  trazadas como con pincel.
1 cordillera andina imponiéndose en cada vistazo.
2 casas de madera de las que atrapan, entre un bosque y un cielo saturado de estrellas.
1 reencuentro de abrazo cálido.
29 brindis.
2 horas siguiendo un río (Maipo) y su cajón. 1 poza de piel desnuda y escalofrío, de acantilado cuando miraba para arriba, del bien de quererte.
1 tío que respeta los bichos y ellos le respetan a él.
7 copas de vino saboreando su sabor de larga caducidad en el paladar.
5 descubrimientos gastronómicos. 2 para repetir.
3 encuentros con las huellas del terremoto.
5 despertares de chancla y piscina, con la ciudad rugiendo abajo.
2 tours exprés por el Centro y Bellavista.
1 tropiezo con «los pacos».
10 minutos de cabezada nocturna, en el bosque y bajo el murmullo de vuestras voces.
70 presentaciones en las que tuve que acostumbrarme a ahorrar un beso.
1 ola de mentira.
1 culebra en un paseo respirado. 1 alacrán en el baño.
6 noches de cama nido, de ruido de cláxons y neumáticos.
15 fotos de cuando eras niño.

LITORAL CENTRAL (San Antonio-Isla Negra-Algarrobo-Viña-Con Con-Valparaíso)
8 dunas. 1 deseo de llegar a la costa andando. 52 formas de las esenciales; de arena y sombra.
1 rastro de Neruda sobre cimientos.
1 buceador como veleta y como estatua de bronce a la entrada de un pueblo.
5 aventurillas de veranos locos… seguramente (y con razón) contadas a medias.
1 apartotel de lujo, insultantemente alto y feo; descaradamente cerca del agua.
1 hotel de lujo que nos tentó con evidencia, a pesar del disimulo.
3 cerros de color.
40 calles de pendiente imposible o casi.
70 minutos de paseo nocturno y balance de blancos.
73 cuadros hechos graffiti en paredes empañadas por el vapor del viejo colonialismo.
1 restaurante con sabores de casa, con un nombre en mi lengua.
5 caladas casi quemándome los labios, en una terraza sobre los guiños tintineantes de las luces del puerto.
144 minutos de dulce conexión contigo.
1000 gestos de boca abierta.
453 fotografías.
1 cama salvadora. 1 ducha en la que perderse.
4 advertencias de posible robo de cámara.
157 casas orgullosas de su decadencia íntima y justa.
1 chorrillana en el Santa Cruz.

UN TROZO DE SUR (Pucón- San Martín de los Andes- Villa La Angostura- Puerto Varas- Frutillar)
1 volcán humeante. 1 chica europea sin poder parar de mirarlo.
25 horas de lluvia intermitentemente densa. Resbalantemente deliciosa. Golpeadora de cristales y de piel.
4 termas llenas de «flaites».
Imposible contar los árboles o medir su verdor.
6 anocheceres frente el círculo rojo ardiente de un cráter rodeado por nieve eterna.
17 lagos inabarcables con un sólo un mirar.
25 quejas sobre la burocracia que nace al cruzar las líneas imaginarias que separan los países.
1 huida desde el coche a una orilla de piedras gordas. 10 palabras para el agua.
1 paso acuático de luz definidamente amarilla, entre nubes grises y fronteras.
1 chica agotada en el sur de Argentina, después de haber llegado en moto desde Canadá.
11 rastros de Alemania.
3 coliguachos a los que les metiste un palo por cierto agujero antes de que te picara. Y a mí no me gustó (¡ni el bicho ni el gesto!).
4 escapadas nocturnas al lago, enlazando susurros. Risas satívicas a dos…muchas.
6 horas en bicicleta. Ganas de más.
2000 agujas de agua calipso taladrando la carne en los ojos del Cabourga.
1 sesión de fotos con una niña de 10 meses.
15 caballos resiguiendo un angosto camino al borde de un acantilado.
3 segundos sobre dos de sus patas traseras.
1 noche en una cabaña.
1 esquiador de volcanes estadounidense viniéndose abajo ante el volcán Osorno… dos franceses murieron en el mismo camino nevado el día anterior.
17 patas de jaiba.
1 pirata cojo con pata de palo. 1 servidor que le quita la falda a la luna.
4 horas “devolviendo todas las tallas mientras me subían al columpio” en un asao junto al lago.
40 minutos colados en un campo viendo una carrera de motos, controlando que no nos echaran al perro.
1 padre contento de verles a todos juntos.
1 abrazo como ninguno después de un sueño, en mitad de la noche, desafiando el abismo entre dos camas.

MATANZAS
1 isla con 33 lobos marinos. Por el momento, sólo imaginados y olidos con la brisa, en el aire.
2 horas matutinas de deporte en la playa, entre las huellas que la marea (alejándose, relamiéndose) había ido dejando en la arena.
5 amigos del hemisferio sur  y 2 del norte. De casa.
120 horas de placer absoluto construido por el rugir de un océano constante.
7 conversaciones con tus ojos de mestizaje. En femenino, desde dentro, entre paso y paso, con suavidad, por fin calentando el alma.
1 sofá manchado. 1 baile.
2 minutos de agua salada enfriada por el aliento gélido de la Niña.
790 minutos con tu alma yéndose lejos…
25 horas buscando imágenes en historias que se revelaban demasiado empapadas de felicidad.
14 ojos de pescadores.
1 encuentro con tu sueño.
3 estrellas fugaces rasgando el cielo en algún respiro.
1 conversación serena a pesar de los borbotones. Mirando al agua. Con un bebé en tus brazos.
157 dunas a las que volver para, esta vez sí, perderse.
1 interrogante. 1 dolor. 1 introspección. 1 comprender. 1 valorar. 1 saberme. 1saberte. 1 aceptar. 1 fluir.
15 minutos sumergiéndome en el camino de quien se desprendió de todo para volver a lo simple. Y fue feliz.
1 propuesta de un pescador quizás desaprovechada. Quizás bien rechazada.
23 retratos.
35 construcciones integradas en un entorno de arena fina y aire de sal. 1 idea.
17 horas de playa viendo pasar cometas…

… y lo que resbaló y se relamió por dentro, ¿cómo decirlo? ¿Cómo medirlo?

5000 km

De vuelta a la ciudad. De vuelta a lo mío. De vuelta a vosotros. De vuelta al curro. Me hubiera quedado feliz…un rato más, aunque fui feliz de estar de vuelta. El relato del viaje, las fotos del viaje, las iré publicando a medida que se me desatraganten. Pero no quería esperarme callada hasta que esto sucediera… es el tercer año del blog y, como me gustan los impares, me propuse ir alimentándolo aunque sea a trazos cortos.

“Sur América tiene una mística distinta” escuché en una parada entre vuelos. En el caso de Chile, parece que se trataba de una mística a punta de volcán, costa salvaje y tintineo de cielo nocturno. Fue intenso… me llevé mucho más de lo que quiero decir. Aprendí que, algunas palabras, mejor que queden dentro.Sí puedo decir que creo que te valoré, que te encontré desde un sentimiento de cuatro letras. Te encontré de cara y de veras quizás por primera vez.

Vi que el príncipe azul reside dentro de uno mismo. Me di cuenta de que me fascinan las ranas. Me quise con dolor, por la brusquedad con la que me quedé mirándome de frente. Oí decir que mis reflexiones son sólo tonterías. Entonces… sonreí y me di cuenta de que en realidad ya no las necesito. Creo que por primera vez, te quise desde el fondo de mi ser. Creo que por primera vez,  me quise.

Ahora, quiero disfrutar de lo que va llegando como va llegando. Exprimir los segundos. Reírme más por todo. Sorprenderme más por nada. Darme más sin miedo a qué vendrá de vuelta. Escuchar más las entrañas.

Gracias, país de aguja, país del sur del mundo… porque ahora puedo asegurar que tu Naturaleza palpitante remueve, mece y acompaña.