Últimamente

Mucho de arriba para abajo, mucha emoción y tecleo de otro tipo. En lo que estoy metida ahora me ocupa tiempo, sí, pero también y sobretodo mucho corazón.  Ya se está formando… en nada, se hará olas, caminos, risas y fotos. Un proyecto en el que creo y creemos, porque ya va siendo hora de ir dando giros a la visión que se venía ofreciendo del mundo del deslizamiento cuando resulta que se hace en femenino. En este caso, lo vamos a hacer desde un viaje de surf. Que viva la diferencia y que por fin ésta tenga un lugar.

Empezamos con la portada de nuestro dosier de presentación, diseñado como siempre con mimo y creatividad por Jabi Iraizoz (gràcies, haundia!!). Os presento al equipo. ¿Que yo dónde estoy? En el lugar donde más cómoda me siento, escondida detrás de un objetivo. Para más, habrá que esperar, aunque ya no tanto…..vamos!!

Entrevistada…

... aunque me pareciera raro. Una periodista de surf se interesó por «hablar de mis fotos». Y resultó ser una entrevista en toda regla, aunque debo decir que lo pasé bien. Hasta ahora, el resultado de un café y muchas palabras ha sido publicado en la revista digital «Butagirl Mag». Prometí traducirla al castellano y compartirla…lo prometido es deuda, así que aquí tenéis nuestro divagar en una cafetería de Biarritz. Merci, Ely!

• Su definición del espíritu del surf? «Es una forma de sentir el mar, una especie de fascinación, el deseo de estar allí, de aprender el lenguaje de las olas, de sentirse uno con el océano. Cuando coges una ola, es como si se cerrara un círculo. Es un tipo de meditación, porque sólo estamos ahí y no pensamos en nada más. En realidad, es un sentimiento muy individual, quizás sea por eso que es difícil llegar a transmitirlo con imágenes. »

Para ser honesta, no me esperaba un encuentro tan hermoso. Hay veces en las que uno se imagina el transcurso de una entrevista, las reacciones, las distintas fases, las preguntas … Todo ocurrió de la manera más natural, como dos amigas que se reencuentran.

Me esperaba un simple intercambio entre dos apasionadas de la fotografía. Sin embargo, Laura me ofreció una visión de su mundo y yo me sumergí en ella con los ojos cerrados pero bien despiertos. Contemplé sus fotos de surf, sus retratos, sus imágenes subacuáticas, sus fotos de viajes, sus indescriptibles … «detalles». Esas fotos que son difíciles de describir, pero que albergan un sentido: el que yo le iba dando al verlas. A pesar del frío de este principio de año en Biarritz, bebía sus palabras con más ganas que ese café caliente que no tenía, a su lado, ningún sabor.

Con un fuerte acento español, Laura habla perfectamente francés. Ella se echó a reír a carcajadas cuando le (im)puse la grabadora de voz debajo de su nariz, sin duda demasiado profesionalmente. Creo que esta entrevista me va a gustar.


Cada día, Laura trata de redefinir el espíritu del surf a través de la fotografía, recordando sus verdaderos valores, los que su padre le enseñó cuando era pequeña. Con un laboratorio fotográfico en casa, Laura realizó su primeras imágenes a la edad de 14 años y siguió los pasos de su padre, también apasionado por el sonido del clic. «Siempre había querido dedicarme al fotoperiodismo, pero descarté esa idea porque amaba demasiado el océano. Así que decidí dedicarme a la biología marina. A veces he pensando que quizás ése puede haber sido mi error, pero ha acabado siendo un buen medio para seguir haciendo fotos».

Después de algún tiempo trabajando con grupos de música, Laura ahora se quiere centrar principalmente en el surf femenino. Actualmente colabora con una web de surf, skate y snow femenino (www.asiplanchaba.com), con la que están organizando un surftrip 100% chicas en un «lugar salvaje del Mediterráneo”.


¿Cómo empezó todo?
«Al principio, fotografiaba un poco de todo y cualquier cosa que me transmitiera algo. Pero lo que sí que siempre he tenido claro es que lo que me gustaba era el fotoreportaje, las imágenes que capturan lo irrepetible de cada momento, y no tanto las de estudio. Luego llegó la fotografía acuática y después la fotografía  de surf … porque surfeo! (risas) Recientemente, decidí irme centrando más en el surf femenino porque creo que hay mucho por hacer. Nuestra idea con este reportaje en el Mediterráneo es ofrecerlo a revistas de surf “masculinas”… ¿por qué no? Casi nunca se publican reportajes de chicas en ellas o bien se reducen a una breve noticia! Y me niego a creer que las chicas no tengan suficiente buen nivel como para estar en las revistas de surf «mixtas». Según mi opinión, la manera de fotografiarlas también puede tener algo que ver. Para mí es un gran reto encontrar una manera de conseguir imágenes de chicas surfistas que sean diferentes de lo que se ha ido ofreciendo hasta ahora… eso es lo que tengo en la cabeza y lo que busco constantemente. Al hacer clic, trato de sentirlo … »

¿Cómo lo haces para estar en el agua fotografiando; cómo te preparas?

«Me estoy entrenando físicamente para ello… Vivo en Barcelona, y muchas veces no tenemos olas durante semanas, así que tengo tiempo para prepararme! (risas) Una vez en el agua el hecho de surfear puede ayudar mucho también, pero creo que uno de los secretos es conocer a la surfista. Haber tenido alguna charla con ella antes de entrar al agua, observar su manera de sentir, de ser, su forma de moverse en el mundo. Me gusta la idea de tratar de crear un clima de confianza con ellas … entonces creo que es más fácil sacar imágenes que les hagan justicia, a ellas y también a su surf. En las sesiones en el agua, es importante la cohesión que existe entre la persona y yo. Si te conoce, si existe esa confianza, todo es más relajado y la persona en cuestión también tiene más ganas de que la vaya recorriendo con la cámara».

Laura comenzó a sacar fotos en el agua con la edad de 9 años, usando pequeñas cámaras de usar y tirar. «Cuando miro mis viejas fotos, es raro porque a menudo veo la evolución de mí misma en ellas. Para mí, las fotos que hice hace algunos años, reflejan perfectamente el estado de ánimo en el que me encontraba entonces. Me recuerdan a lo que buscaba en ese momento. »


«Una fotografía buena es una imagen que habla».

Cuando le pedí que me describiera sus fotos, Laura me contestó espontáneamente y con tal sinceridad que me fue difícil no rendirme ante la evidencia: «Lo que busco es simplemente la esencia de cada momento. La verdad es que normalmente no busco nada en particular antes de tomar la fotografía, porque cambia de acuerdo a lo que encuentro en cada cosa que fotografío, evoluciona. Una foto buena para mí es una imagen que habla; es cuando veo una cierta expresión en los ojos de la gente al mirarla y producirse una emoción, cualquiera que sea, como si la foto comunicase por sí misma … »

La emoción de Laura es evidente cuando habla de fotografía y comprendo rápidamente esa realidad del momento de la que me habla, la realidad que comparte conmigo cuando me va mostrando sus fotos. Me deja vagar en mis pensamientos, los que me transmiten cada una de sus imágenes. Esa mujer bajo el agua como un pez en una pecera enorme enorme, dominada por un pequeño pueblo de pescadores …


«Cómo estoy, cómo me encuentro en cada momento, se puede ver en mis fotos…»

«Una vez me metí en el agua con una amiga. Recuerdo que ese día yo estaba muy triste, muy inquieta, muy frustrada … Hicimos la sesión de fotos y cuando volví a casa, las descargué sin ni siquiera revisarlas. Unos días más tarde, las miré para editarlas y vi en ellas mi «grito». Esas fotos hablaban. Retransmitían el estado en el que me encontraba en el momento del clic. De hecho, hay algo de positivo en ir a sacar fotos también cuando algo va mal, porque en esos momentos vemos las cosas de manera diferente… creo que es un buen ejercicio. »


Natural, sencilla, talentosa, ambiciosa, reflexiva, idealista, optimista y por encima de todo apasionada, ella me parece la semilla de una flor que crece, la joya escondida en una concha. Laura tiene talento en sus dedos, magia en sus ojos y un sueño para ofrecer a cualquier persona ávida de pureza. ¿Su secreto? «La paciencia y la pasión.»

(Interview by: Elisa Routa)

Larga vida a la película I

Sentirse estancado, no sólo aburre sino que hace parecer que todo lo que se hace es una fotocopia de lo que se hizo.  Llega el momento de buscar nuevas técnicas y recursos, quizás simplemente retomar alguna antigua visión. Esto me viene sucediendo con algo que amo con cada célula de este cuerpo andante…

Por ese motivo y por muchos otros decidí volver a ratos al carrete. Para empezar, una vieja cámara point-and-shoot con una película mítica dentro guiñándole un ojo a Salgado (a Cartier-Bresson, no me atrevo). El primer resultado, aunque esté lejos de ser algo en lo que valga la pena detenerse, me ha sorprendido… Todo manual y con mis ojos y cabeza como fotómetros, cada imagen se vuelve más artesanal. El hecho de no poder verlas y saber que no puedes tirar 500000 fotos tranquilamente, te vuelca más en ellas. Como mínimo, te hace tomar más consciencia. Me falló mucho el encuadre, con esta dictadura de un objetivo fijo que añoraba me doy cuenta de cómo estaba acostumbrada a poder cambiarlos. Sea como sea, veo que a mí, con la película, se me escapa la poesía.

Aquí os dejo algunas instantáneas de un paseo por un barrio que puede cambiar un domingo. La Barceloneta (con altas presiones). Seguiremos buscando.

Leize Gorria (La Estrella Roja)

Te puede gustar más un tipo de música u otra; diferentes estilos para diferente gente; diferentes sones; diferentes ritmos; diferente swing… diferentes maneras de volar. Ondulaciones pero esta vez viajando en un fluído más etéreo llamdo «aire». Quizás por eso sienta tanta hambre de música. Con una mente que se colapsa fácilmente cuando tiene que poner etiquetas a todo y harta ya de la preguntita:»¿A ti qué música te gusta?»; una responde: «La buena». Y sabe lo que no soporta: que una voz desgarre la canción y que un bajo no suene fino, con decisión y al ritmo. Pero no debería criticar…mi profesora de solfeo me llamaba «voz de lobo». Aunque yo nunca entendiera para qué tenía que cantar bien si ahí iba a tocar.

Dos noches de concierto en el Leize Gorria, un pequeño antro con carácter en Donosti. La primera noche no llevaba la cámara y la segunda no la pude dejar en casa. Aquí os dejo un pellizco del resultado de unas horas de rock reaggeado a ratos. Cinco chicas que me devolvieron el recuerdo de una foto de la bajista de «The Go-Go’s» al final de un concierto en los años 80. La curiosidad por escucharlas se me encendió gracias a la imagen y llevo un tiempo buscando sus primeros discos sin resultado. Quiero ver la fuerza de la fotografía en forma de notas arrancadas de un bajo. Aquella era la típica imagen de Rock&Roll «after party» pero invertida: esta vez, la estrella que empujaba la puerta con aires de «venga-hoy-lo-vas-a-pasar-bien-baby», era ella y el acompañanate al que arrastraba de la mano babeando a su lado, era él.

De repente quise fotografiar a la camarera. Me sorprendió al mirar a través del objetivo y encontrar algo muy distinto a lo que esperaba. La máscara de frialdad y rebeldía cayó, dejando paso a mucha mucha dulzura. Cómo puedes ver a alguien tan distinto con un sólo clik…

Más palabras desde el dique seco

¿Qué sucede cuando ciertas circunstancias te impiden hacer lo que hacías? ¿Cuando tienes que reprimir tus impulsos y dejar de mirar tanto hacia donde mirabas?

Sucede que los lugares se transforman. Parece que llueva más; parece que hasta uno mismo se ralentiza en un nuevo swing que es de prestado. Quizás con ese nuevo ritmo tienes que mirar hacia otro lado y te sorprendas viendo lo que antes no veías. Pequeñeces dentro y pequeñeces fuera.

Unos rayos filtrándose entre nubes grises y antenas parecen dignos de ser estampados en píxeles. Cuando cortas champiñones, descubres cuevas para gnomos. Y te entretienes buscándolos con el objetivo de por medio… Y mientras tanto se te enfría la sopa.

Todo esto puede suceder mientras las circunstancias te obligan a dejar de mirar con ansiedad cada ondulación azul. Lo que va sucediendo en un parón, ya no nos lo quita nadie.

¿Otra ventaja? Las ganas… uno se va llenando de ganas.