Colapso por fuera, para adelante por dentro

La gran nevada de hace unas semanas, aún da que hablar. De ella y de sus consecuencias estamos todos más que informados. Por eso hablaré (un poco) de cómo al día siguiente cinco surfistas intrépidos decidieron ir a buscar suerte en las playas de la Costa Brava, una de las regiones que estaba aún en estado de alerta. Bien, vamos bien…

A unos les tocó la fiebre del paro, a todos la locura transitoria de un mar excepcional que prometía, a otro le dieron el día libre en el trabajo por estar aún muchas carreteras cortadas. El mismo «otro», había entrado con su longboard en el big blues de la Barceloneta unos días atrás y, mirando a su tabla rota, seguía diciendo: “Si sólo eran dos metriñus pasaus…” Así que todo esto, junto con más ganas de surfing y aventurillas les hicieron echarse a una carretera por la que no dejaban de encontrarse con verdaderos restos de un naufragio. Nieve, coches abandonados, nieve, policía, nieve…

Llegaron a la deseada playa después de un no largo pero sí muy lento camino para encontrarse con lo que se suele llamar “bernejenal”, mientras que una llamada les informaba de que en el sur estaba mejor… lástima que hubiéramos apostado por el norte.

Media vuelta y para casa, que del camino también se aprende.

Larga vida a la película II

Un fin de semana en que quizás empezó a sonreír la suerte. Sesiones de fotos locas, reencuentros. Una biblioteca cerrada como excusa para seguir ganando el tiempo paseando con la música latiendo en los tímpanos. Un café. Y una diálogo cojido al vuelo: «Me tengo que ir…» «¿¿Cómo?? Qué te parece este juego: por cada pregunta que sepa responder sobre ti, me  gano un minuto más a tu lado…» Quédate, mujer… si en los ojos ya tenéis un «Te quiero».

«Bon hivern» decía el bar… Buen invierno, que ya está aquí la primavera.

Como un juego de niños

«Recurro sólo a palabras que mejoren el silencio. Es lo que justifica el derecho a existir de una palabra.

A veces, sólo puede decirse algo callando»

E. Galeano

El silencio, algo que es más bien una negación, una falta de ondas sonoras, puede positivizarse. Nuestro ir y venir absorbe ruido sin que lo percibamos. Ya ni nos molesta, ni lo oímos, ni nos llega. Pero me confieso entre una de esas personas que quizás debido a alguna terrible locura permanente, cuando percibe un segundo del llamado silencio no huye de él. Más bien  se para y lo seduce… aunque al muy Don Juan siempre le de por darse la vuelta y largarse justo después de haberme besado.

Silencio como respirar, silencio como ser… después de un día de gritos, creo que le voy a empezar a llamar “señor” y de “usted”.

Hay un lugar donde el Señor Silencio reina. Quizás por eso, al descubrir en mi infancia que ahí, en lo profundo, el ruido no tienen cabida, me volví adicta a un entorno en el que nadie puede gritar; nadie puede correr; nadie puede romper. Quizás por eso, convertí ese entorno en mi lugar de trabajo. Una enorme parte del mundo sin clachons, ni portazos, ni chirridos, ni tintineos, ni ladridos… Un lugar en el que el cuerpo no puede respirar solo, pero mi cerebro parece que por fin pueda hacerlo.

Llega un punto en el que necesito ese medio, esas ondas sonoras inexistentes. Quiero un poco de stop, un poco de paz y bastante de sal. Encontrarme en las  frías puertas  de la tierra del Señor Silencio, donde la falta de aire lo ocupa todo y el grito es inútil. Puede que sea sólo mi modo de compensar la necesidad incontrolable de usar y moldear el poder de la palabra para decir lo que tengo dentro. Lo que veo, lo que me parece y  lo que alguien tendrá que decir.

Equilibrio entre mi amada Señora Palabra y el hermoso Señor Silencio… Puede ser que sea eso, sí, puede ser que sea eso..

«Ladies grip it!» in Lamono

Ya decía yo que el 2010 iba a ser el año de ir encajando piezas… y por lo que va de año, así parece ser. Empiezo llevando una nueva sección de la revista digital de Lamono dedicada al deslizamiento femenino. Con muchas ganas de ir sacando a la luz imágenes, reflexiones, notícias, ideas, momentos y todo lo que veo que va pasando ahí fuera en cuanto a chicas en tablas se refiere.  A quien le apetezca que le siga desde mi objetivo, sabe dónde encontrarme; a quién disfrute perdiéndose entre tanto pensamiento vagabundo, también. Sólo me queda dejaros el link:

http://www.lamonodigital.net

A seguir buscando y encontrando… Let’s grip it and rip it!!

All pics by: Saltdrop

Esto lo digo bombín en mano

Y de repente, te eché de menos. No; no voy a ponerme dramática… sólo que el gotear de los días después de las palabras no dichas iba calando. Unas palabras que yo te oía pensar. Algo como «Eres un desastre….pasas de todo…» No me daba ni cuenta pero sí, esas palabras no dichas iban calando junto con un descenso de la risa y las confesiones cuando no estás; de la filosofía barata y rica… Quizás contaba también la falta de momentos tan absurdos como el verte con mis pantalones de capoeira amarillos, tú que siempre vas de negro.

Una falta de «mi país es»…. «pues el mío es»… Falta del resabor de un Perú lejano; de esta ciudad que abandonaste; de aquella en la que vives y de la que yo huyo un poco. Quizás sea teatral…quizás sí. Pero como sé que el teatro te gusta más que la realidad, me libraré diciendo que ahora sé que la falta de ciertos locos vagabundos puede ir pesando casi tanto como esa ausencia de aerosoles marineros que convierte tu ciudad en un destino que está pocas veces en mi lista.

Tú contabas cuentos en bares con una matizada voz grave. Yo, cuando encuentro un papel y un boli, no puedo evitar escupir palabras. Por eso el mejor regalo que se me ocurrió aquella Navidad fue un cuento. Uno que sucedió en tu vida hace tiempo…y que yo florée. Un cuento que recreaba el momento en que entraste a un bar sosteniendo en brazos a cierta chica que te volvía loco. Llovía…y con esas «bailarinas» tan sutiles, tan dibujadas con un solo trazo, se le iban a mojar los pies … llovía. Y al entrar oíste como el viejo que refunfuñaba en la barra, despotricando de la juventud, se paraba a mirarte y murmuraba aliviado «…por lo visto, aún quedan hombres de verdad…»

Ahora, por mucho que lo busco no encuentro el cuento que escribí… será que de verdad soy caóticamente desastrosa. O será que su testimonio tenía que quedar sólo donde está, en las primeras páginas de una libreta que ya es tuya.  Sea como sea, hoy mi regalo son cuatro palabras desparramadas, algo que baila a saltitos dentro porque al volver me has invitado a sentarme a tu lado y comer galletas, y una imagen con la que he querido inmortalizar lo que me diste con tu historia: el recuerdo de que en realidad bastan unos segundos cotidianos para hacer tintinear la magia.

Por esto y por mucho más…. FELIZ CUMPLEAÑOS…