underwater photography

Otro post en blanco y negro. Que repetitivo. ¿Por qué no han podido poner esta vez algo con más color, menos uniforme? Aunque si lo miras bien, entre el blanco y el negro hay unas cuantas tonalidades de grises. Y así nos evitamos hablar de colores que en realidad no existen. Como el «color sandía», por ejemplo… con lo fácil que es decir «rojo».

Hace unos días me desperté mirando la ciudad y pensé que si tuviera varios enemigos les sentaría uno por uno en una fila. Me pararía enfrente, las piernas bien rectas, separadas lo justo como para impresionar, las manos en jarras, la mirada directa. Me pararía enfrente y les diría que quizás un día se despierten para oír cómo toda la ciudad se está riendo de ellos… y quizás algún día, sea cierto.

Siempre que voy al bosque tengo la misma sensación de perpetuidad. Perpetuidad de él, no de nosotros. Esa tranquilidad medio irónica al saber que me iré y cambiaré, sucederán hechos, experiencias, sentiré, pensaré, me agitaré. Pero el bosque seguirá casi igual por mucho que a mí me suceda. Tan perenne, tan continuo, tan fluido. Siempre pienso en que debería acordarme más del bosque cuando no estoy en él. Siempre pienso que debería acordarme, pero luego siempre se me olvida. Igual que esas rocas amarmoladas, que seguirán exactamente como las veo a pesar de que nos hayamos ido. A pesar de todo lo que nos pase. Por mucho que gritemos, alabemos, resolvamos. Seguirán igual… y es que aquí cada uno va a su rollo. Aquí, en este universo.

fotografia acuatica

Lo sobrenatural

Es la única persona que conozco a la que le llega el ascensor directamente al recibidor. Uno se siente como en un cuento Roald Dahl (sin villanos ni tiranos), en ese ascensor traqueteante que tarda mil vidas en llegar al sobreático. Al abrir la puerta y entrar directamente a otro mundo de recibidores setenteros, envueltos en un floreado papel. Ella es la única persona que después de 6 años aún recuerda una teoría que me inventé sobre las moléculas de agua, siendo consciente de que una se pierde en las noches de vino y humo. Siendo consciente de que mi único propósito era camelarla para que me dejara retratar el reflejo de la luz subacuática de finales de octubre en su cuerpo. “Eso que me contaste de la molécula de agua me sigue pareciendo alucinante”.

Bailarina de profesión, coreógrafa de intención, costarricense del alma, nos llevó a un recodo en el país verde en el que me encontré con los sentidos embotados. La promesa de volver a un familiar pintor, fundador de la universidad, artista, anciano, ex-revolucionario (si es que ese término puede existir). Promesa de volver de otra manera, comunidades bribis, medicina de hierbas, enseñanzas con el motor del pensamiento en activo. Y ahora ella se me presenta, abriendo la puerta del ascensor, con una curva que alberga un ser, un alien, una vida agena, de 7meses.

“Aquí empieza él y luego, a partir de aquí vengo yo. Mira, mira mi cuerpo… ¿extraño, no? Aquí, aquí empieza él. A partir de esta marca fina en mi barriga, estoy yo. Ahora a ratos nos movemos a dúo. Me muevo y le digo, venga, vamos a darnos la vuelta para el otro lado y él me sigue. Irremediablemente a dúo. Por ahora, por un tiempo, no quiero nada más que esto, modo primitivo. Me sorprende, pero lo quiero. No quiero bailar, no quiero crear, encontrar espacios, residencias, lugares, no más Grec, no más Calderas, no más nada… sólo quiero ser mujer y que se me conceda. Cocinar, cuidarle, estar. Estar y vivir. Ser mujer, y punto y ya está. No me levantes las cejas y ni se te ocurra soltarme algo feminista, que nunca estuve más tranquila. Voy a descansar un tiempo… siendo. Sólo siendo y con mi cuerpo así, como siendo yo pero sólo por la mitad. Sí me absorve, sí. Sí me esclaviza, pero me gusta… ¿extraño no? A través de mi cuerpo, se hace notar, crece y me lo hace saber. Esto no es ni bonito, ni maravilloso, ni fuerte, ni especial, ni distinto, ni extraordinario… esto es sobrenatural. De verdad, esto es sobrenatural. Oye… increíble lo de las moléculas de agua que me contaste”. “Pero si ya te dije que era mentira”. “Ya… ¿pero y si no lo fuera?”