Je veux

Todo llega a su debido momento. Como cuando esta canción tocó la puerta de un encierro.

Me vi vendiendo más que sintiendo. Imágenes refritas en todas las páginas, en todas las paredes, en todas las miradas. Hipotecando lo auténtico entre tanto «Me gusta» en aras de un posible trabajo que te catapultará a seguir sobreviviendo. Siento que gran parte de lxs fotógrafxs sonamos como esos hits de los 40, que no te gustan pero de tanto escucharlos, acabas por sabértelos. Tantas melodías únicas se desperdician, quizás por no atreverse a sacar la voz desde dentro.

Por eso, a partir de ahora quiero cambiarme hasta el nombre. Quiero volver al papel, a mancharme las manos, a tragar agua, a reírme con ganas, a volver a andar ligera. Por eso a partir de ahora y por el momento, si me queréis encontrar podréis hacerlo en la nueva página de Facebook: https://www.facebook.com/pages/Lauradepedro (sí haré web… cuando me apetezca).

Que el 2014 os haya ayudado a desprenderos de lo que no os sirve. Que el 2015 sea una buena excusa para llenaros de nuevo.

Un lugar donde regar las plantas

La vecina entonó el transistor hasta llegar a “La Zarzamora”. Podía imaginarla como todas las mañanas asomándose por la ventana del patio de luces, regando los geranios rojos enfundada en su bata de guatiné. “Qué palabra tan fea… guatiné”. El ya clásico olor a cocido empezó a entrar por alguna rendija traicionera de la ventana. Antes del siguiente paso doble, se levantó de la cama.

Saltó sigilosamente por encima de las tres personas que dormían en salón. Bocas abiertas, girones de sábanas que apenas recubrían pieles desnudas. Aire denso de marihuana rancia. “No entiendo qué hace aquí una cuerda de escalada”. Consiguió llegar a la cocina. La luz del mediodía la cegó un poco. Lo único que recordaba con claridad de su llegada a casa era ese deseo no saciado de que le arrancaran el vestido.

“No queda café y me duele la cabeza”. Se sentó encima de la mesa. Empezó a fijarse en el balanceo de sus piernas. Siempre creyó que tenía una más larga que la otra, aunque nunca se lo hubieran dicho. Escuchó pasos en el pasillo. Una desconocida de peinado a los 80, pantalones ceñidos y labios que habían sido rojos, se apoyaba en la pared con una mano mientras con la otra se colocaba el tacón. Pensó “Qué guapa”. Se dijeron adiós. Recordó que anoche él le había llamado “dulce ángel de alas rotas”.

Descubrió a la gata observándola desde la puerta. “Ven…” y de un salto se le acomodó en el regazo. Miró la pila de platos sin fregar. Del salón llegaba el sonido de los que se despiertan y se reconocen. Lo comprobó mirando de reojo el reflejo de la escena en el espejo que habían encontrado hacía unos días en la calle. Como la mesa, las sillas, el sofà. “Me gusta, es gigante. Parece sacado del vestidor de mi abuela”. “Está roto por una esquina”. “Da igual… le dibujaré una tierra agrietada, una llamarada, una mariposa. Quedará bien… se ve vacío el salón desde que él se llevó la estantería”. “Ok, como quieras. Pero pasando de más llamaradas, porfavor”.

Le dolía la cabeza, la gata ronroneaba. Seguía llegándole el sonido de roces reconociéndose en el salón. Tendría que seguir en la cocina un rato más, mirando por la ventana, sentada en la mesa, vistiendo una camiseta de The Doors veinte tallas mayor que la suya. Alguien se la olvidó no se sabía cuando y ella la usaba porque nunca encontraba el pijama. La vecina empezó a cantar una copla sobre una tal Maricruz.

Le dolía la cabeza, la gata ronroneaba. «Ojalá los domingos no se parecieran tanto a una película de Almodóvar».  Fue justo en ese momento, absorta en el balanceo de sus piernas, cuando empezó a desear lo hasta entonces impensable: un lugar donde poder mandar las cartas, congelar comida, acumular libros. Un lugar donde poder regar las plantas.

Le dolía la cabeza, la gata ronroneaba.

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Fotografías realizadas para la marca de ropa handmade Juanita K.O.

Amor de gata

A ella le gustaba mirarla caminar. Los pasos sigilosos, lentos, elásticos. El salto ágil encima del sofá, tanteándolo para buscar el mejor espacio donde encajarse, donde acurrucar el cuerpo. Su manera de compartir el espacio. Tan presente, tan clara, tan sutil. “Buenos días, princesa… gata. Gatuna”.

A ella le gustaba observar de reojo la curva del final de su espalda al arquearse en el primer bostezo. El crujir elegante de la columna, acompasada por una piel de vello casi blanco, erizado con el frescor de la mañana. Le gustaba ver su «vengo porque quiero». Su vibrar al acercarse, su temblor gozoso, su puro ronroneo. Le gustaba rodearla y sentir cómo toda la piel parecía respirar con el gesto.

A ella le gustaba espiarla vertiendo la leche en el café. Dulcemente, con la cabeza ladeada. Le gustaba contemplarla cruzando las piernas mientras leía; moviendo distraídamente los dedos de los pies; mordiéndose la comisura del labio izquierdo cuando algo entre líneas le hacía reflexionar.

Pero había una sola cosa que ella creía poder quedarse observando horas, años, siglos. La ropa deslizándose lentamente desde su cintura al vestirse, ganándole espacio a la luz de la mañana.

“Buenos días, princesa… gata. Gatuna”.

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El otro lado del colchón

«Deja un poco abierta la puerta…que corra el aire» Así fue como entró de golpe el olor de viejos pasos. Él empezó a reseguir con el pulgar manchas de otros tiempos en el colchón. «Algunos corazones sedientos gotean… ya sabes». Pero en la plataforma de látex, una sola forma, un único hueco apenas marcado. Como queriendo hacerle un molde a ese cuerpo tan menudo. Un solo hueco, en un solo lado. «Aunque duerma sola, nunca me acostumbro a ocuparla toda». Al otro lado del colchón, el espacio sin marcas delataba el pensamiento de que todo llega si se le deja un lugar.

Lucha lenta de tendones. Descubrirse desnudos, hablándose. Melancolía de humo que ascendía perezosa y lánguida hasta llenar el techo. El pelo de ella llevaba meses, años, con muchos afanes enredados. Hacía tiempo que no se peinaba. Sencillamente, no le daba la gana.

«Esta noche, quédate». Y él ocupó rincones, cafés, cenas, cines. Emociones de segunda mano. Ella creió que uno de esos días él, quizás, podría llegar a desenredarle el pelo.

«Esta noche… quédate».

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Distracciones

Ando algo seca de palabras, justo en el momento en que las necesito. Caprichos neuronales o Leyes de Murphy. Quien lo diría… como cuando se abraza un cuerpo por inercia, sin apenas ganas de tocarlo, cuando en otros meses la sed de él no te dejaba dormir. Ha llegado el momento de ir aceptando la naturaleza oscilatoria de todo un poco.

En un quiero y no puedo me resulta fácil distraerme y encuentro imágenes que son sólo eso, distracciones. Doble exposición en un evento de Converse. Cruces accidentales de color, personas y sombras, saltos e intenciones. Por probar, que no quede.

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De vuelta a Sarajevo

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Mis manos andan intentando poner orden a viejos temas dejados a medias, viejas historias. Mientras tanto, los pies se empiezan a mover solos queriendo viaje; hace unos buenos meses que andan quietos. Los labios les ordenan que se controlen, mientras las ganas les susurran bajito, para que no se les oiga: «a darle candela». Los ojos siguen siempre perdidos cuando encuentran luces, buscando sin importar si encuentran. Y la cabeza… ¿qué voy a decir de la cabeza?

Así, en este estado misceláneo, voy consiguiendo por fin acabar historias. Hoy arranco con la de una ciudad muy explotada por la necesidad de fotoreporteros, periodistas y fabricantes de noticias vendiendo morbo de tiroteos. Aunque se acabaran hace más de diez años y allí ya no haya guerra en los ojos de nadie. Alimentando comentarios sin sentido cuando hacía las maletas: «Cuidado por ahí que ponen bombas». Alimentando en mí el pensamiento de que igual haría falta cambiar la cantidad de información por la calidad. O igual sólo sea cuestión de saber filtrar bien… aunque el «bien» dependa siempre del prisma de cada uno. Hoy me detengo en el mío, recuperando imágenes, historias, pensamientos.

La ciudad que encontré se desparramaba en cultura de siglos y lo que es mejor, en ganas de compartirla. Gente que vive, que cuenta, que integra lo que el ritmo de la historia marca en sus calles. Que es mucho… y ni más ni menos que lo que va sucediendo aquí, allí y en todo el mundo. Me hacía incoherentemente feliz cuando todo aquél con quien me cruzaba me hablaba en bosnio; directamente y sin pensarlo… tan acostumbrada estoy a que incluso los habitantes de la ciudad que me vio crecer me hablen en inglés (rubiez engaña). En aquella ciudad, frente a las palabras bosnias, sólo podía asentir. «¿Entiendes algo?» «No, pero no digas nada. Es tanto el placer de sentirme en casa». El deseo absurdo e infantil de no querer romper la magia.

Aquí queda esta foto inútil, con un carrete a medio pasar y en mi mesa, las otras imágenes y textos que arranqué de la ciudad metida en el valle; de las luces en las colinas que te rodean por la noche; de quienes me cobijaron en un sofá con los brazos abiertos; de las historias de la calle; del adhan al que ya me acostumbro rápido y que me acaba gustando más que las campanas.

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Otro post en blanco y negro. Que repetitivo. ¿Por qué no han podido poner esta vez algo con más color, menos uniforme? Aunque si lo miras bien, entre el blanco y el negro hay unas cuantas tonalidades de grises. Y así nos evitamos hablar de colores que en realidad no existen. Como el «color sandía», por ejemplo… con lo fácil que es decir «rojo».

Hace unos días me desperté mirando la ciudad y pensé que si tuviera varios enemigos les sentaría uno por uno en una fila. Me pararía enfrente, las piernas bien rectas, separadas lo justo como para impresionar, las manos en jarras, la mirada directa. Me pararía enfrente y les diría que quizás un día se despierten para oír cómo toda la ciudad se está riendo de ellos… y quizás algún día, sea cierto.

Siempre que voy al bosque tengo la misma sensación de perpetuidad. Perpetuidad de él, no de nosotros. Esa tranquilidad medio irónica al saber que me iré y cambiaré, sucederán hechos, experiencias, sentiré, pensaré, me agitaré. Pero el bosque seguirá casi igual por mucho que a mí me suceda. Tan perenne, tan continuo, tan fluido. Siempre pienso en que debería acordarme más del bosque cuando no estoy en él. Siempre pienso que debería acordarme, pero luego siempre se me olvida. Igual que esas rocas amarmoladas, que seguirán exactamente como las veo a pesar de que nos hayamos ido. A pesar de todo lo que nos pase. Por mucho que gritemos, alabemos, resolvamos. Seguirán igual… y es que aquí cada uno va a su rollo. Aquí, en este universo.

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Lo sobrenatural

Es la única persona que conozco a la que le llega el ascensor directamente al recibidor. Uno se siente como en un cuento Roald Dahl (sin villanos ni tiranos), en ese ascensor traqueteante que tarda mil vidas en llegar al sobreático. Al abrir la puerta y entrar directamente a otro mundo de recibidores setenteros, envueltos en un floreado papel. Ella es la única persona que después de 6 años aún recuerda una teoría que me inventé sobre las moléculas de agua, siendo consciente de que una se pierde en las noches de vino y humo. Siendo consciente de que mi único propósito era camelarla para que me dejara retratar el reflejo de la luz subacuática de finales de octubre en su cuerpo. “Eso que me contaste de la molécula de agua me sigue pareciendo alucinante”.

Bailarina de profesión, coreógrafa de intención, costarricense del alma, nos llevó a un recodo en el país verde en el que me encontré con los sentidos embotados. La promesa de volver a un familiar pintor, fundador de la universidad, artista, anciano, ex-revolucionario (si es que ese término puede existir). Promesa de volver de otra manera, comunidades bribis, medicina de hierbas, enseñanzas con el motor del pensamiento en activo. Y ahora ella se me presenta, abriendo la puerta del ascensor, con una curva que alberga un ser, un alien, una vida agena, de 7meses.

“Aquí empieza él y luego, a partir de aquí vengo yo. Mira, mira mi cuerpo… ¿extraño, no? Aquí, aquí empieza él. A partir de esta marca fina en mi barriga, estoy yo. Ahora a ratos nos movemos a dúo. Me muevo y le digo, venga, vamos a darnos la vuelta para el otro lado y él me sigue. Irremediablemente a dúo. Por ahora, por un tiempo, no quiero nada más que esto, modo primitivo. Me sorprende, pero lo quiero. No quiero bailar, no quiero crear, encontrar espacios, residencias, lugares, no más Grec, no más Calderas, no más nada… sólo quiero ser mujer y que se me conceda. Cocinar, cuidarle, estar. Estar y vivir. Ser mujer, y punto y ya está. No me levantes las cejas y ni se te ocurra soltarme algo feminista, que nunca estuve más tranquila. Voy a descansar un tiempo… siendo. Sólo siendo y con mi cuerpo así, como siendo yo pero sólo por la mitad. Sí me absorve, sí. Sí me esclaviza, pero me gusta… ¿extraño no? A través de mi cuerpo, se hace notar, crece y me lo hace saber. Esto no es ni bonito, ni maravilloso, ni fuerte, ni especial, ni distinto, ni extraordinario… esto es sobrenatural. De verdad, esto es sobrenatural. Oye… increíble lo de las moléculas de agua que me contaste”. “Pero si ya te dije que era mentira”. “Ya… ¿pero y si no lo fuera?”

Advertencias al 2013

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2013, te diré que este año caducado fue uno más de huracanes. De proyectos que se desmontaron con la misma energía con la que se construyeron. De amigos que con el mismo «sin querer» se fueron y otros que medio bailando volvieron para quedarse. Un año caducado en el que el agua se tragó a un amigo; una punzada que sigue estando ahí cuando lo pienso. Un año de volver a lo sencillo casi por obligación y luego deleitándome. Un año de reconocerme en lo profundo, en el cambio… de mirarme de frente y que ya no me duela ni me asuste.

Por eso…antes de que empieces, 2013, te quiero decir que cada vez necesito menos. Puede que de amoldarme tanto a lo básico, me sienta disfrazada cuando llegan los accesorios, los complementos, los excesos de equipaje. A veces siento que sobreviví a un incendio que me dejó aquí desnuda, hablándote. Antes de que empieces quiero decirte que tengo más años de los que parece que tengo, de los que dicen que tengo. Que ya se me fue resbalando la inocencia… que soy más lunática, más dolida y más acariciada de lo que ves así, sin mirarme a los ojos. Que a veces voy demasiado deprisa y otras, demasiado despacio. Sobrevivo con cualquier cosa pero moriría si no tuviera cerca la luz, el agua, los abrazos y una cámara. No aguanto los tacones y me siento más femenina desnuda que vestida de raso.

Por si acaso te confundes, 2013, quiero decirte que me dan igual las fronteras y que he ido dejando trozos de mí por todos los lados… las Azores, la selva, Valparaíso. Que sólo me siento en paz en las islas. Como muy muy lento. O pienso poco, o pienso mucho. El océano me enamoró más que nadie y siempre está, escuchando, consolando, latente y presente. Para que no te sorprendas quiero advertirte de que el color y la intensidad de la luz pueden cambiarme el humor… y que a veces me parece como de vida o muerte apagarla o encenderla, cambiar la bombilla, salir de ese sitio con un neón tan blanco, correr un poco la cortina. Que suelo ir siempre descalza y perder los zapatos, las llaves, la chaqueta, el bolso y el alma en todas partes. Que no sé de dónde soy y que poco me importa. Que de verdad que no soporto cuando alguien escribe «haber si nos vemos» así, con «h» y con «b».

2013, antes de que te asustes quiero advertirte de que a estas alturas ya asumí la intuición como algo cotidiano. Que si algo le deseo a la gente es color. Que paso de la conexión a la desconexión con extrema facilidad. Que en pocos lugares veo tanta belleza como en una alma, una curva, un brillo, una ondulación, un matiz, un gesto de mujer. Que es para mí todo un reto fotografiar a un hombre. Que me obsesionan los peces, el brillo de una ola, el coral y los tiburones. Que puedo pasar del romanticismo al humor negro sin darme cuenta. Que amo la palabra como quizás pudiera amarte a ti…deleitándome, saboreándola. Que no me lleves lejos de la Naturaleza porque me seco. Que en ella me hincho y respiro. Que a veces quizás me aleje un poco de tanto que me pierdo, pero que luego siempre vuelvo. Que algunas cosas las quiero ya, que me cuesta aceptar que todo tiene su proceso. Que hablo con los gatos y se me antoja que me entienden. Que a veces se me olvida responder mensajes. Que nunca digo «ya nos llamamos si eso».

Porque aún estás a tiempo de echarte atrás, 2013, quiero advertirte de que sólo creo en las personas que miran a los ojos cuando hablan. Que a veces respondo a señales absurdas. Que cuando me enfado mi aire vital se ensancha y no tolero que me toquen. Que se me pasa rápido y que al volver, puede que esté más acariciante de lo normal. Que hay cosas importantes que se me olvidan (lo siento), pero que puedo recordar un olor años. Que tengo un ritmo de tambor clavado en las caderas. Que me gusta la gente mayor y sus historias, que me desgarra por dentro su soledad. Que me gusta perder el tiempo en dejar volar la mente, en imágenes imposibles, en todo aquello que dicen que no sirve para nada. Que no aguanto quieta en ningún lado y que empiezo a cansarme.

Ahora dime, 2013… si a pesar de todo esto… sigues queriendo comerme a besos.

Amanecer desde el Teide

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Me acoge un lugar en el que no hay aguacates cuando los campos se incendian. Donde tampoco hay lechuga cuando ha llovido tanto que se se ha podrido la última cosecha. Donde la chica que trabaja en el supermercado nos dice «hay que esperar a que se regeneren los campos». Me acoge un lugar que me hace bajar el ritmo y subir la intensidad que está en lo simple, en lo que no necesita nada más que lo que es. Ahora pienso que tiene algo de sincronía el hecho de que uno de los regalos de este año, de este ciclo de la tierra que languidece para dar paso a otro despertar, fuera un amanecer desde el Teide.

Gracias Canarias por recordar a esa parte de mí caprichosa y asfaltada que en este planeta, por mucho que nos empeñemos, los elementos mandan.

El abuso de los atardeceres

Puedo decir que me doliste. En un lugar que aún no he identificado, medio claro medio oscuro, de emoción más que de carne, me doliste. Todos esos “ya pasó” resbalan… y por fin puedo decir que me doliste.

Busqué dónde se quedó la herida pero ese lugar nunca se había herido antes… y ahora el rasguño está oliendo a cicatriz menos de lo que me gustaría. Pasarán días, semanas, años y dejaré de sentir esto tan poco identificable, con tantos matices que aprendí como puede hacerlo alguien de 80 años con alma de recién parida. Me siento un poco como esa tierra volcánica de aquí enfrente que quiso sobrevivir a un incendio pero tuvo que ver quemar sus árboles. Dramática, sí… pero ya hace un rato que sé que de todo se aprende. Y llegará el día en que me hará gracia saber el por qué de aquél llanto tan unidireccional, tan (solo) mío. Quizás hasta sonría al recordar que me doliste.

Y me sale un Neruda adolescente ahora diciendo “aunque éste sea el último dolor que ella me causa… y estos sean los últimos versos que yo le escribo”

Mediterraneamente

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[CAS]Como cada vez, me fui de la isla blanca contenta de que esté, algo triste de dejarla. Isla pirata y marinera, pura y artificiosa, sirena en un cristalino turquesa, ramera burlona bajo atardeceres de rojo fuego,  picante y dulce, fenicia y comerciante Tanit… Esa isla fue en realidad la que me hizo lo que soy. Recuerdos infantiles que marcan el tempo de una vida. Más allá del gris de la ciudad a la que volvía, tu recuerdo se quedaba.

Me fui de una isla queriendo otra mucho más al sur…con la idea de que un ser humano quizás pueda vivir sin pisar un terreno demasiado firme, entre dos pedazos de tierra lanzados al mar.

[ENG] I left the white island as every time: glad that it is there, sad to leave. Pirate and sailor, pure and artificial, mermaid in a crystalline turquoise, teasing whore under sunsets red as fire, hot and sweet, Phoenician trader … That island was actually the one that made me as I am. Childhood memories that mark the tempo of life. Beyond the gray of the city to which I returned, your memory was always there.

I left wanting another island further south … with the idea that a human being can perhaps live without stepping a too firm ground , between two pieces of land thrown over the sea.

Una cosa així com un homenatge / Algo así como un homenaje

[CAT] Fa temps que intento escriure’t i no puc. Però se que algunes de les paraules que dedico al blau s’escapen buscant-te. Suposo que és absurd que encara esperi un missatge de posta al dia, una foto llunyana, un “m’has revolucionat el poble”.

Somriure sempre afable, mirada desperta i esperit lliure. Ens vèiem poc però mai aturats, sempre amb remull, sempre amb poques ganes de tornar a la superfície. Crec que passaran els anys i seguiré esperant la foto de l’onada capritxosa, el “quan vinguis per aquests mars, avisa”.

Un ésser menys de llum en aquest planeta, un ésser més de llum ves a saber on. I aquella frase que em va venir al cap, com un temporal que s’aixeca d’un minut a un altre. “Al mar, ha estat al mar”. Quina dolorosa sincronia. Crec que tots els que estem a terra ferma volent constantment tornar a l’aigua, en algun moment des de que no hi ets hem pensat que pot arribar qualsevol dia en què un gir capritxós ens faci venir a trobar-te.

Perdona si no m’he vist amb cor d’anar al teu homenatge. D’aquell mateix lloc d’on van sortir amb la barca recordant-te, em quedo amb com érets en el moment en el que vas parar el motor. Et vas fer enrera al seient amb un suspir, somrient, els braços a la nuca. “Ara ets tot un marquès” “Aquest silenci és el que més m’agrada”. A partir de llavors sempre m’enviaves «petons enmig del mar en calma».

Permet-me que no m’ho cregui… i que es segueixin escapant algunes de les paraules que dic al blau, buscant-te.

[CAS] Hace tiempo que intento escribirte y no puedo. Pero sé que algunas de las palabras que dedico al azul se escapan buscándote. Supongo que es absurdo que aún espere un mensaje de puesta al día, una foto lejana, un «me has revolucionado el pueblo».

Sonrisa siempre afable, mirada despierta y espíritu libre. Nos veíamos poco pero nunca parados, siempre en remojo, siempre con pocas ganas de volver a la superficie. Creo que pasarán los años y seguiré esperando la foto de una ola caprichosa, el «cuando vengas por estos mares, avisa».

Un ser menos de luz en este planeta, un ser más de luz vete a saber dónde. Y aquella frase que me vino a la cabeza, como un temporal que se levanta de un minuto a otro. «En el mar, ha sido en el mar». Qué dolorosa sincronía. Creo que todos los que estamos en tierra firme queriendo constantemente volver al agua, en algún momento desde que no estás hemos pensado que puede llegar cualquier día en el que un giro caprichoso nos haga venir a encontrarte.

Perdona si no me he visto capaz de ir a tu homenaje. De ese mismo lugar de donde salieron con la barca recordándote, me quedo con cómo eras en el momento en el que paraste el motor. Te reclinaste en el asiento con un suspiro, sonriendo, los brazos en la nuca. «Ahora eres todo un marqués» «Este silencio es lo que más me gusta». A partir de entonces siempre mandabas besos en medio del mar en calma.

Permíteme que no me lo crea … y que se sigan escapando algunas de las palabras que digo al azul, buscándote.

Withman

[CAS] «No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo (…)»

Walt Withman

Es porque estoy muy segura de ello, que escribo.

[ENG] «Do not let the day end without having grown a bit,
without being happy,
without having risen your dreams.
Do not let overcome by disappointment.
Do not let anyone you remove the right to express yourself,
which is almost a duty.
Do not forsake the yearning to make your life something special.
Be sure to believe that words and poetry it can change the world (…)»

Walt Withman

It’s because I am so sure about it, that I write.

Soul surfing

[CAS] Me han recomendado hacer listas al revés. Listas de lo que has hecho. De lo que tienes. De las metas que ya alcanzaste. Así que en lugar de hacer de hacer una lista de cosas que echo de menos, voy a hacer una lista de cosas que echo de más.

Echo de más el asfalto, el olor denso, los cláxons, la gente que sólo sonríe un poco. Echo de más la angustia de correr sin saber ni hacia dónde ni para qué, solo porque los demás lo están haciendo. Echo de más una casa con muebles negros, la punzada de verte sola buscando en un gramo de grasa inexistente el significado de tu frustración. Echo de más tantas luces de noche, tantas pocas de día. Echo de más las compras apelotonados, un mar tan inalcanzable que no se inmuta, miradas que se volvieron grises de tanto mirar al suelo. Y en todo lo que echo de más, podría decir algo que echo de menos. Entendí que es necesario lo oscuro para la luz, lo dulce para lo salado.

Ahora ya podemos añadir algo más a la lista de metas alcanzadas. Hicimos una foto frente a la que podrás detenerte para enseñar a tus nietos.

[ENG] Someone recommended me to make lists backwards. Lists of what I’ve already done. From what I already have. Of the goals that I achieved already. So instead of making a list of things that I miss, I’ll make a list of things that I don’t miss.

I don’t miss the asphalt, the heavy smell, the horns, the people who just smiles a little. I don’t miss the anxiety of running without knowing where or why, just because the others are doing it. I don’t miss a house with black furniture, the pang to see you looking in one gram of nonexistent fat the meaning of your frustration. I don’t miss so many lights during the night, so few during the day. I don’t’ miss crammed purchases, a sea so unreachable sea that doesn’t even bat an eyelid, the eyes that became gray from staring so much at the floor. And in everything that I don’t miss most, I could say something that I miss. I think I finally understood that the light needs the darkness, the salt needs the sugar.

Now we can already add one more thing to the list of goals we achieved. We got to took that picture in front of which you could stop to show your grandchildren.

Feminidad / Feminity

[CAS]Suavemente os pido que con vuestra imagen, sutileza, belleza, me concedáis escarbar en mi propia feminidad. Mujeres de la luna y del fuego. Mujeres que he conocido y que conoceré, que se desnudan por un segundo para mostrarme un poco de esa característica llena de matices que llevo grabada, que siempre irá conmigo. La feminidad. Será que cuando una escucha la llamada de un lobo y empieza andar, los pies ya saben de la tierra; el corazón ya conoce los ciclos no escritos. Los mismos ciclos que rigen vuestro cuerpo y el mío. Ciclos de marea.

En nuestro trabajo en Bodalicious, hemos tenido la suerte de conocer a mujeres de una bella integridad que no dudan en vivir como creen más allá de las palabras ajenas. Dos personas que traspasan los muros de la sociedad para encontrarse, acariciarse, amarse. Reconozco que me provoca admiración conocer a seres tan auténticas, tan fieles a ellas mismas… tan ellas. Y una abuela es la que dice “quiero que vivan su vida como ellas quieran, no como los demás quieran. Que la vida se vive de muchas maneras…parece muy larga, pero resulta que cuando llegas a mi edad te das cuenta de que ha pasado en un soplo.“ Ni profundidades, ni tormentas imperfectas, ni acantilados agrestes. Lo que llevan esas mujeres dentro…eso es valentía.

A todas las madres, amigas, hijas, hermanas, abuelas, amantes. A todas las mujeres que retrato.

[ENG] I gently ask you that you grant me with your image, with your subtlety, with your beauty, to dig into my own femininity. Women who belong to the moon and the fire. Women that I’ve met and that I will know, getting naked for a second to show me a little more of this feature that I have engraved on me, which shall always be with me. Femininity. It seems like when a woman hears the call of a wolf and starts walking, her feet already knows about the earth, and the heart about the cycles that were never written. The ones that rule your body and mine. The cycles of the tides.

In our work in Bodalicious, we have been lucky to meet women with a beautiful integrity who do not hesitate to live as they want, beyond the words of others. Two people who go through the walls of society to meet each other, to caress each other, to love each other. I admit that I feel admired when I get to know so authentic human beings, so true to themselves … so them. And grandmothers are the ones that say «I want them to live their life as they please, not as others want. That life can be lived in so many ways … it seems very long, but it turns out that when you reach my age you realize that it has happened in a breath. » Nor depth, nor imperfect storm or rugged cliffs. What these women have inside … that’s courage.

To all mothers, girlfriends, daughters, sisters, grandmothers, lovers. To all the women that I portray.

Para ver la selección de fotos de la boda completa, clikad aquí: http://bodastories.com

To see the selection of photos of the whole wedding, click here: http://bodastories.com

Sereia de água dolce

«Andando de manhãzinha
Um cumpadre amigo meu
Se assustou com a moça linda
Que passou ao lado seu
Correndo ele veio avisar
Branco, tremeu, gritou
Você não vai acreditar
Na sereia que aqui passou

De onde ela é?
É do Bonito quem diz
É o que preciso
O rio Bonito é feliz
É o paraíso
O rio Bonito senhor
Não fica triste
Praia coberta de flor
Sempre resiste…»

Sereia de Água Dolce (Maria Bethania)